RESPUESTA DE JACQUES CHIRAC, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, AL DISCURSO DE BIENVENIDA DE SU EXCELENCIA OSCAR BERGER, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE GUATEMALA
Ciudad de Guatemala, 27 de mayo de 2004
Excelentísimo Señor Presidente de la República, Señoras y señores Ministros, Señoras y señores Embajadores Damas y caballeros:
Le agradezco, Excelentísimo Señor Presidente, las palabras de bienvenida y la calidez de su recibimiento. Quisiera expresar asimismo la emoción, que siento al estar otra vez en Guatemala.
Hace seis años vine para rendir un homenaje a la reconciliación histórica del pueblo guatemalteco con la extraordinaria promesa que de ella brotaba después de varios años de enfrentamientos. Sin embargo, el huracán Mitch, que arrasó toda la región causando profundos estragos en su país y en los vecinos, trastornó naturalmente mi visita, la cual adquirió otra dimensión. Más que nunca, la solidaridad estuvo en el orden del día.
Hoy, en circunstancias más afortunadas y aprovechando la Cumbre que reunirá mañana, en Guadalajara, a la Unión Europea con los países de América Latina y del Caribe, estoy de nuevo entre ustedes. En esta tierra del quetzal, de los hombres de maíz y del Popol-Vuh, este compendio de la cosmogonía y pensamiento de los mayaquichés de Guatemala. En la patria de Rafael Landívar y de Miguel Angel Asturias. En esta nueva Guatemala, democrática, que está edificando en los cimientos que constituyen los acuerdos de paz, y se encamina hacia la integración regional: en este país al que nuevamente traigo el saludo y el respaldo de Francia.
Los lazos de amistad entre nosotros son antiguos. Desde 1827, Guatemala y Francia establecieron relaciones diplomáticas. En 1848, se firmó el primer tratado de amistad, de comercio y de navegación entre nuestros dos países. Desde aquel entonces, nuestras relaciones se han fortalecido constantemente y es por cierto esta atracción recíproca la que llevó a Miguel Angel Asturias, Premio Nobel de Literatura, como a tantos otros intelectuales guatemaltecos, a vivir con frecuencia y durante largo tiempo en París. A esta atracción también respondieron algunos de nuestros grandes arqueólogos, que dieron sus cartas de nobleza a la escuela francesa de especialistas en cultura maya.
Usted conoce, Excelentísimo Señor Presidente, la gran importancia que Francia da a la consolidación de la democracia en América Central y en Guatemala, en particular. Aquí, los acuerdos de paz suscritos a finales de 1996 pusieron término a las divisiones fratricidas y abrieron las puertas al diálogo y a la construcción de una sociedad más justa. Sé que en su discurso de toma de posesión, el 14 de enero pasado, consideró usted la consolidación de los acuerdos de paz como la esencia misma de su proyecto.
Esta paz recuperada ha permitido el restablecimiento de la democracia y su afianzamiento. Su elección, al término de un proceso electoral ejemplar, da fe del arraigo de valores que compartimos. Estos valores son, como toda la historia lo demuestra, factores de desarrollo económico y de cohesión social, de plena integración de los ciudadanos, al mismo tiempo que una apertura al mundo.
Guatemala, "tierra poderosa y convulsiva", tal como lo escribió Asturias, posee la riqueza de una diversidad prodigiosa, la de sus hombres, la de su cultura, que mezcla el aporte hispánico con la prestigiosa herencia maya. Esta diversidad representa una oportunidad excepcional para su país.
Acaba usted, Excelentísimo Señor Presidente, de encargar a mi amiga, la Sra. Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz, las eminentes y delicadas funciones de Embajadora de buena voluntad para los acuerdos de paz. Esta decisión tiene la fuerza de un símbolo. Da fe de su voluntad de reconocer y dar vida en esta tierra, al patrimonio y a la promesa de Guatemala, su sociedad multiétnica y multicultural.
La otra oportunidad de su país consiste en el proceso de integración regional en el cual confiadamente se ha involucrado Guatemala, y que usted ha querido convertir también en una prioridad de su periodo presidencial. Este proceso va a permitir estrechar todavía más las profundas relaciones entre América Central y la Unión Europea. Sé las expectativas que usted personalmente y su pueblo tienen depositadas en esta gran ambición, y conozco también su voluntad de llevar a buen término la gran obra guatemalteca de pacificación, de reconciliación y de reformas.
Puede estar seguro de que esta Guatemala, orientada con decisión hacia el futuro, encontrará siempre en Francia un socio fiel, abierto al diálogo y a sus proyectos, deseoso de estar constantemente a su lado.
Señoras y Señores, a todas y a todos, ¡Felicidades! |