Visita de Estado a Brasil Rueda de prensa conjunta del Sr. Jacques CHIRAC, Presidente de la Republica y del Sr. Luiz Inacio LULA da SILVA, Presidente de la Republica Federativa de Brasil intervencion del Sr. Chirac (fragmentos)
Brasilia, 25 de mayo de 2006
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P – Mi pregunta es para los dos presidentes : usted, Sr. Presidente de la República, mencionó el desacuerdo que opone a nuestros dos países, en la OMC, sobre la cuestión de los subsidios agrícolas. ¿Qué contenido aporta usted en el "mano a mano” del cual ha hablado usted, Sr. Chirac, en su entrevista con "TV GLOBO”? ¿Qué están cada uno de ustedes dispuestos a conceder con el fin de salir de la situación? ¿Está Brasil dispuesto a ampliar aún más su mercado a la industria y a los servicios europeos?
R – Le agradezco la pregunta. Tenemos por costumbre decir que estamos en desacuerdo con la OMC. Existen ciertas divergencias de puntos de vista, pero no lo llamaría realmente un desacuerdo. En este asunto existen tres partes que defienden cada una su interés. Por un lado están Europa, los países emergentes y en particular Brasil, pero también otros con él y luego, por otro lado, los Estados Unidos quienes, en realidad, tienen la clave del problema. Esta clave no se encuentra ni en Europa, ni en Brasil, ni en los países emergentes.
Me gustaría recordar un par de cosas. En primer lugar, para evitar la ambigüedad, repito que es necesario indicar que Europa es un mercado fuerte y muy abierto. Si me refiero en particular a Francia, observo que Francia importa cada año de Latinoamérica – no de Brasil – dos mil millones y medio de dólares. Y exporta a Latinoamérica cuatrocientos millones de dólares. La diferencia es notable. Por lo tanto, no podemos hablar de una dificultad de exportación de Latinoamérica hacia Europa. Europa es un mercado muy abierto, en particular en el sector agrícola.
Por lo tanto, ¿de dónde viene el problema? Porque éste existe. Europa ha realizado toda una serie de avances. Ha realizado dos reformas consecutivas de la Política agrícola común, en vistas a desligar las ayudas de la producción, algo que un cierto número de países deseaban – lo cual entiendo – y en particular los países emergentes. Ha disminuido sensiblemente sus ayudas. Se ha comprometido formalmente con una disminución del orden del 45 %. Hablé de 46, pero el ministro de Asuntos exteriores del presidente Lula, el cual es un técnico preciso, me dijo que se trataba en realidad de 40. Por lo tanto, hablemos del orden del 45 % para los derechos arancelarios.
Europa ha hecho todo lo que debía y podía hacer y, sinceramente, no se encuentra en medida de hacer un paso más mientras otras cuestiones no hayan sido modificadas. ¿Cuáles? Naturalmente, está el hecho de que los países concernidos no hayan realizado ningún paso considerable en dirección de Europa, ya sea a nivel industrial o de los servicios. Y que podríamos haber esperado cierto avance en este ámbito a cambio de todo lo que ya había sido realizado por Europa. Pero este no es el fondo del problema.
El fondo del problema es que el interés esencial es el de los Estados Unidos. Los Estados Unidos no han aceptado movilizar nada. Siguen disponiendo de ayudas internas y apoyando a los mercados interiores más importantes y todo ello de manera ajena al mundo, sin aceptar cuestionar en lo más mínimo esta situación. Disponen de un sistema que financia muy ampliamente, incluido de manera indirecta con la ayuda alimentaria, las exportaciones de bienes agrícolas americanos sin que exista por ello ninguna intención de proceder de otro modo.
Le dije al presidente Lula que el asunto de la OMC, todo el genio de nuestros amigos americanos ha sido el hacer creer que se trataba de un problema entre los países emergentes y Europa, lo cual no es el caso. Si tan sólo existían los problemas entre los países emergentes, en particular entre Brasil y Europa, éstos se solucionarían sin ninguna dificultad y con concesiones muy inferiores a las que Europa ha tenido que realizar. El problema fundamental es la situación de los Americanos.
Por lo tanto le dije que debíamos tratar de asociarnos, en primer lugar, con el fin de presionar amistosamente a los Americanos, con el fin de que sean más razonables en términos de apoyo interior, es decir, con una reforma de su "farm act” de 2002. Que sean más razonables en su apoyo, completamente excesivo, a las exportaciones. Y, en ese momento, solucionaremos nuestros problemas internos con un mínimo esfuerzo, por ambas partes, sin dificultad alguna.
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