¡Bienvenido a Francia, señor Presidente!
Los próximos 14 y 15 de noviembre, el presidente Vicente Fox viajará a Francia para efectuar una visita de carácter oficial. Se trata de su tercer viaje desde que resultó electo en julio de 2000 y el cuarto encuentro con el presidente francés, quien vino a Monterrey en marzo de 2002. La frecuencia de las reuniones entre Vicente Fox y el presidente de la República Francesa, Jacques Chirac, no se debe en lo absoluto a una coincidencia. Francia es una puerta de entrada para México en Europa y México goza en Francia de un inmenso prestigio por la riqueza de sus civilizaciones, el dinamismo de su cultura, la calidad de sus hombres y mujeres y, hoy día, por el éxito de su economía y de su transición política. Estos múltiples encuentros bilaterales son una muestra palpable de la amistad existente entre Francia y México, entre los pueblos francés y mexicano. Cientos de miles de franceses han tenido la oportunidad, durante estos últimos 30 años, de visitar México, y la admiración que se ha ido forjando por este país, por sus habitantes siempre hospitalarios, ha debido desempeñar un papel importante en el impulso de solidaridad recientemente manifestado por Francia y por las empresas francesas en favor de Yucatán (más de 5 millones de pesos para ayudar a los damnificados).
La visita que efectuará este año Vicente Fox a París se produce en un contexto particular de estrecha cooperación franco-mexicana en el ámbito político. Naturalmente cada uno de nosotros tenemos presentes la identidad de las posiciones francesa y mexicana en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, acerca de la cuestión iraquí. Sin embargo, las profundas convergencias políticas y diplomáticas entre París y México no se limitan al expediente iraquí o incluso al Consejo de Seguridad, del que forma parte México desde el 1o. de enero pasado. Así, las posiciones manifestadas por el presidente Fox y por el presidente Chirac durante la última conferencia de Monterrey sobre el Financiamiento del Desarrollo muestran igualmente hasta qué punto mexicanos y franceses comparten la misma preocupación de crear las condiciones de un mundo más justo, más solidario, en donde el ser humano no estaría sometido a la única ley del mercado. En los meses que nos separan de la celebración de la reunión ministerial de la OMC en Cancún, en septiembre de 2003, nuestros dos países van igualmente a intensificar su diálogo para que esta reunión sea un éxito.
Es entonces en este contexto que los presidentes Chirac y Fox van a entrevistarse en unos días. Naturalmente van a evocar los grandes expedientes internacionales y, haciendo un balance de nuestras relaciones bilaterales -satisfactorias desde cualquier punto de vista-, van a estudiar juntos las posibilidades de desarrollarlas todavía más, en especial en el ámbito económico y comercial.
México ofrece a nuestras empresas las características contrastantes de un país emergente con sus ventajas y sus factores de riesgo. En este mercado, Francia está presente con por lo menos 650 filiales, las cuales representan entre el 5 y 6 por ciento de los flujos anuales de inversión directa que entran a México, y que emplean aproximadamente a 75 mil personas. En realidad, prácticamente todos nuestros grandes grupos industriales y de servicios no financieros, así como varias decenas de pequeñas y medianas empresas, han invertido en México ya sea directamente desde Francia o por medio de sus filiales en América del Norte o en España, principalmente. Nuestras exportaciones alcanzan 15 mil millones de pesos anuales, de los cuales un tercio son bienes de equipo; otro más abarca productos intermediarios para ser transformados in situ, y el último tercio comprende bienes de consumo, que se dividen cada uno de ellos entre productos tradicionales de Francia, vehículos automotores -en pleno crecimiento en parte gracias al Acuerdo de Libre Comercio Unión Europea-México- y productos agro alimenticios, los cuales sufren todavía y con regularidad de los obstáculos sanitarios para la importación.
Para que nuestras empresas pudiesen contender en condiciones de igualdad con las empresas competidoras de Estados Unidos y de Canadá, la Unión Europea negoció con México un Acuerdo de Libre Comercio, el cual entró en vigor en 2000, seis años después del TLC que también había instaurado un libre comercio entre los países de América del Norte.
El viaje del presidente Fox a Francia permitirá fortalecer esta dinámica de intercambios y de inversión. El señor Fox entablará en París lazos directos con los dirigentes de las principales empresas francesas. Sus diferentes entrevistas permitirán igualmente evocar los grandes expedientes relativos a la evolución económica (perspectivas de reactivación del crecimiento, competitividad del aparato productivo mexicano), a las negociaciones comerciales multilaterales (agenda de Doha), a las necesidades de infraestructura (apertura a los inversionistas extranjeros en los sectores de la energía y el agua, proyectos en el sector de transportes y de la energía...) y a las cuestiones de acceso al mercado así como de seguridad de las inversiones.
Más allá de las cuestiones económicas y comerciales, el presidente Fox podrá igualmente aprovechar sus entrevistas para evocar el modelo francés de descentralización. En Francia como en México, se ha iniciado un debate sobre el reparto de competencias entre el poder central y los organismos regionales (regiones en Francia, estados en México). En ambos países, este debate se refiere igualmente a las fuentes de financiamiento (transferencias del Estado central, recursos propios de las entidades locales). Tenemos mucho que aprender mutuamente sobre estas cuestiones.
Los dos presidentes trabajarán igualmente para hacer más productiva la cooperación bilateral en los ámbitos cultural, científico y técnico. En efecto, el éxito de películas mexicanas en Francia (Amores perros, Japón, Y tu mamá también) y francesas en México (Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, Le pacte des loups) -gracias principalmente al festival de Acapulco y al 6o. Tour del cine francés-, el brillante éxito de la exposición de Yann Arthus Bertrand, La Tierra vista desde el cielo -que atrajo a millones de mexicanos sobre la principal avenida de México y posteriormente en Veracruz y Guadalajara-, o incluso los 35 mil alumnos que aprenden francés en las 63 alianzas francesas con las que cuenta México, son el testimonio de la proximidad cultural entre nuestros dos países.
Ambos presidentes, preocupados por fortalecer esta dinámica, evocarán sin duda el expediente de la Casa de México en Toulouse así como el fortalecimiento y la intensificación de la cooperación científica franco-mexicana, a través del proyecto de creación de un polo científico franco-mexicano en México. Los mandatarios estudiarán igualmente las modalidades de introducción de una segunda lengua extranjera obligatoria en la enseñanza secundaria mexicana con la perspectiva de desarrollar, en este marco, la enseñanza del francés.
Finalmente, el presidente de la Asamblea Nacional francesa -tal como lo ha hecho únicamente con los pocos jefes de Estado extranjeros con quienes Francia mantiene una relación particularmente privilegiada- invitará al presidente Fox a pronunciar un discurso, en su lengua materna, frente a los parlamentarios franceses. Esta invitación de los diputados muestra una vez más, tal como lo dijo el general De Gaulle en México en 1964, que Francia y México avanzan realmente "mano en la mano".
|