MENSAJE DE JACQUES CHIRAC, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA,
CON MOTIVO DEL DIA MUNDIAL DEL RECHAZO A LA MISERIA
Paris, 17 de octubre de 2005
Señoras y Señores,
Estimados amigos:
Con el paso de los años, el 17 de octubre se ha convertido en un día para compartir en el que las conciencias se comprometen para que la pobreza deje de ser una fatalidad, para
despertar en cada uno de nosotros la necesidad de erradicarla y para proclamar un valor fundamental de la República: la igual dignidad de todos nuestros conciudadanos.
Quiero saludar a todos y cada uno de ustedes por su constante movilización que sigue la estela del padre Joseph Wrezinski. Estoy completamente decidido a hacer que, más allá de esta
cita anual, consigamos agrupar todos los medios para que las víctimas de la miseria puedan tener acceso a los mismos derechos que los demás y vivir, por fin, de pie.
Luchar contra la miseria es proclamar alto y claro los valores de justicia, de solidaridad y de igualdad de oportunidades en los que se encarna la cohesión nacional francesa. Es combatir la discriminación de todo tipo de la que a menudo son víctimas los más vulnerables. Es dar a los beneficiarios de las ayudas mínimas sociales el acompañamiento necesario para que puedan encontrar, cuando sea posible, el camino del empleo. Es garantizar a los más humildes una vivienda y un marco de vida dignos, recuperando el considerable retraso que se ha ido acumulando en materia de vivienda social y acabando con los guetos. Es luchar contra el sobreendeudamiento y la exclusión bancaria que impiden a demasiados conciudadanos despegar nuevamente en la vida y tener proyectos.
En ningún momento debemos abandonar todas estas acciones emprendidas por los poderes públicos. No obstante, estas nunca sustituirán toda la riqueza de su compromiso asociativo o individual, en contacto real con las situaciones de desesperanza y necesidad, que cada día hace retroceder el egoísmo y la indiferencia y que devuelve la esperanza a numerosos conciudadanos.
Hace unos años, la ley tomó cartas en el asunto consagrando los derechos de todas las víctimas de la exclusión. Más recientemente, se han asumido compromisos a largo plazo en favor de la renovación urbana y de la cohesión social. Fueron dos etapas esenciales que fortalecieron el Pacto social francés. Pero aún quedan etapas por franquear.
Para garantizar la efectividad de todos estos derechos, quiero que lleguemos más lejos juntos y que, en la próxima Conferencia nacional de lucha contra la exclusión que tendrá lugar dentro de unos meses, este compromiso colectivo se materialice de forma concreta con el establecimiento de objetivos cifrados para hacer retroceder la pobreza. Dichos objetivos serán la espuela y la medida de la acción así como derechos que habrá que respetar y hacer respetar.
Los que están aquí reunidos son los intérpretes de todas las personas encerradas en el silencio por la miseria. La permanencia de su revuelta contra la miseria beneficia a toda la sociedad. Pueden contar ustedes con la fuerza y la constancia de mi compromiso a su lado.
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