Pekin, 26 de octubre de 2006
Están ustedes asistiendo a un momento particular en la historia de la humanidad, en una China cuyo espectacular desarrollo hará que, en un plazo relativamente breve, se sitúe entre los primeros países del mundo y no tengo ninguna duda de que se situará en cabeza de todos. Y ustedes podrán decir: "allí estábamos nosotros”.
Este desarrollo se basa en la capacidad de innovación y por consiguiente, la de investigación. Todos ustedes encarnan, en este lugar, dicha capacidad de investigación y de innovación, la cual condiciona el desarrollo actual.
Sin embargo, el desarrollo, tanto en China como en Europa, presupone la existencia de paz y de estabilidad, razón por la cual, lo más importante en este momento, en este mundo en el que vivimos, es trabajar por que la paz y la estabilidad se desarrollen y no sean cuestionadas. Como habrán podido comprobar, existe, a nivel internacional, una auténtica cooperación, un auténtico acuerdo entre nuestros dos países, de cara a garantizar esta paz y esta estabilidad en el mundo.
Deseo que cada una y cada uno de ustedes contribuya al progreso y a la innovación. Deseo igualmente que los responsables políticos en todo el mundo, a imagen de lo que deseamos en China y en Francia, puedan aportar al conjunto de la humanidad la paz y la estabilidad sin las cuales nada tendría sentido.
Deseo por consiguiente transmitir, a cada una y a cada uno de ustedes, mis más sinceros deseos de éxito y de felicidad.
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