Paris, 27 de julio de 2006
P - ¿Cómo salir de la crisis actual en Oriente Próximo?
R – Una reunión sobre el Líbano ha sido convocada en Roma, con dos objetivos.
En primer lugar, tendrá como objeto los problemas humanitarios. El número de víctimas, el número de personas desplazadas, la destrucción masiva, en particular en el Líbano, de todos los equipos necesarios para vivir, crean una situación humanitaria dramática y exige una reacción de la comunidad internacional. Los Americanos han hablado de una suma de 30 millones de dólares, destinada a la ayuda humanitaria en el Líbano. Francia, muy comprometida de por sí en la ayuda humanitaria, ha decidido realizar un gesto importante. He pedido que se destinen 15 millones de euros adicionales para la ayuda en el Líbano. Y, tal y como solicité, se crearán pasillos humanitarios.
El segundo punto es la política. Es fundamental que la comunidad internacional se ponga de acuerdo sobre las grandes líneas de un acuerdo político, puesto en marcha tras un alto el fuego. Es esencial que haya un alto el fuego, lo cual implica que los soldados israelíes secuestrados por Hizbulá sean liberados, al igual que el soldado secuestrado por Hamás. Pero es esencial, en primer lugar, que haya un alto el fuego. Es condición previa.
Este alto el fuego conlleva dos exigencias. Por un lado, la seguridad de Israel, que debe ser asegurada y, por otro, la aplicación real, en la región, de la resolución 1559 de la ONU.
No podrá existir un Líbano estable y democrático, vocación perfectamente confirmada, si una parte de su territorio escapa a la autoridad del gobierno y se encuentra en manos de las milicias. Esto es lo que está claramente indicado en la 1559 y lo que debe ser realizado.
Todos los Libaneses, con un pueblo tan antiguo, con una antigua civilización que ha superado, a lo largo de la historia, todas las pruebas posibles, incluida su propensión a la disputa, deben comprender que no puede existir un Estado estable, democrático, tal y como lo desean, si la autoridad del gobierno no se ejerce en el conjunto del territorio.
Esto implica la retirada de Hizbulá del Sur del Líbano, un acuerdo sobre las granjas de Cheba y un acuerdo sobre un intercambio de prisioneros, en particular un regreso de los prisioneros libaneses que se encuentran actualmente en Israel. Todo ello con, a continuación, una fuerza multinacional para garantizar la puesta en marcha del conjunto de estas disposiciones.
P - ¿Pide usted un alto el fuego inmediato ?
R – Ese es mi deseo. Porque no hay solución militar a este problema. Y de ser necesaria, el drama que acaba de vivir la FINUL demuestra que la situación empeora in situ. Al atacar a la FINUL, donde sirven también soldados franceses, se atenta contra la fuerza de paz de la comunidad internacional. Debemos condenar esta acción que demuestra, más que nunca, la urgente necesidad de que paren los combates.
En este conflicto, las responsabilidades están evidentemente compartidas. Lo que es seguro, es que el método utilizado, los ataques sobre Gaza, por un lado y sobre el Líbano, por otro, son, en mi opinión, desproporcionados. Por otro lado, puedo entender muchas cosas, pero no creo en una solución militar para este tipo de conflicto.
Un alto el fuego significa que se cumplan las condiciones. Es algo prioritario. Otro problema es que se reúnan fácilmente estas condiciones. Soy perfectamente consciente de su complejidad. Pero a partir del momento en que no existe solución militar, se impone un alto el fuego. Es necesario discutir las modalidades.
P - ¿Entre quienes podría negociarse el acuerdo político del que usted habla?
R – Este acuerdo político, el cual supone un alto el fuego, debe ser negociado por un lado entre el gobierno libanés y Hizbulá y por otro, entre la comunidad internacional, Israel y el Líbano.
P - ¿Sigue usted considerando oportuno calificar a Hizbulá como organización terrorista?
R – Creo que no es momento de plantear una cuestión de esta naturaleza, ahora que queremos intentar que Hizbulá vuelva, dentro de lo posible, al seno de la comunidad libanesa y que se transforme en un partido político.
P - ¿Cómo plantea usted una fuerza internacional en el Líbano y cuál sería el papel de Francia?
R – La fuerza multinacional supone condiciones imperativas. La primera, es la aceptación del alto el fuego por el conjunto de los protagonistas. La segunda, es la aceptación del principio mismo de una fuerza internacional por las diferentes partes. Y la tercera, que esta fuerza internacional se encuentre en conformidad con el capítulo VII de la ONU.
El mandato de esta fuerza debe ser elaborado cuidadosamente. En primer lugar existe un objetivo político, el regreso a la totalidad de la soberanía, por parte de un gobierno libanés legal, en el conjunto de su territorio. Se trata de una condición sine qua non. Existe también un objetivo militar, el de dar la posibilidad a las fuerzas libanesas, reestructuradas y ayudadas, a desplegarse sobre el conjunto del Líbano y garantizar la seguridad del país.
Esta fuerza de intervención debe tener medios y reglas de compromiso adaptadas a su misión.
La zona de despliegue debe tener una dimensión coherente con su misión. Su misión sería la de controlar el alto el fuego y garantizar el respeto de las fronteras, naturalmente, a la vez las fronteras israelo-libanesa y sirio-libanesa. Se trata de vigilar que la zona de la que Hizbulá se retiraría, en principio, - tal es el objetivo- sea completamente desmilitarizada. Y, por último, la misión de esta fuerza es la de garantizar que ningún lanzamiento de cohetes, sea cual sea su naturaleza, se produzca sobre Israel.
De hecho será necesario tratar la seguridad de la frontera israelo-palestina.
Para Francia, la OTAN no tiene vocación de llevar a cabo una fuerza como esta. Por motivos técnicos pero también por motivos políticos, la OTAN no está hecha para este tipo de intervención. Se percibe a la OTAN, se quiera o no, como el brazo armado de Occidente en estas regiones y, por lo tanto, en términos de imagen, esto no pertenece a la vocación de la OTAN.
P – Si Hizbulá rechazara el desarme e Israel aceptara un escenario de solución del conflicto, ¿quien desarmaría a Hizbulá? La fuerza internacional, el ejército libanés?
R – Es uno de los interrogantes principales. No creo que ninguna fuerza internacional, en el supuesto en que no se pudiera obtener ningún compromiso político, tenga la posibilidad o la vocación de desarmar a Hizbulá. Es el gobierno libanés quien debe hacerlo. Lo cual implica que haya un acuerdo político. Hizbulá se encuentra actualmente en el gobierno libanés. Podemos imaginar perfectamente, en cualquier caso desearlo, que Hizbulá obtuviera las consecuencias de su propia presencia en el seno del gobierno y que se transformara en fuerza política. De ahí la necesidad de que exista un mínimo de contactos entre el gobierno libanés y Hizbulá. Un Hizbulá, desarmado, tiene una vocación de convertirse en fuerza política en el Líbano.
P - ¿Prevé usted una fuerza internacional desplegada entre Israel y los Palestinos ?
R – Hemos considerado siempre que sería necesario algún tipo de presencia internacional para ayudar a la seguridad de la frontera israelo-palestina. El mandato y el marco serán naturalmente distintos.
P - ¿Debe y puede Siria tener peso en esta situación y en el Líbano?
R – Hablaría quizás, en primer lugar, de Irán, cuya posición es aún más importante que la de Siria. Existe el problema nuclear y luego Irán, en la región; creo que no deben mezclarse estas dos cuestiones. Una negociación se está llevando a cabo con Irán. Lamento que Irán no haya respondido antes. Creo que Irán debe someterse a las reglas internacionales y que, desde este punto de vista, entienda que es necesario un acuerdo en conformidad con las reglas de la comunidad internacional, es decir, con la no proliferación; se trata tanto de su propio interés como el de todo el mundo. Reitero que las propuestas realizadas a Irán son substanciales. Se trata de una cooperación completa en el ámbito de lo electronuclear, una cooperación económica y un diálogo sobre las cuestiones de seguridad en la región.
Añadiré que estas propuestas no han sido presentadas a Irán por los "Tres”. Los Americanos, los Rusos y los Chinos se han asociado. Se trata, por lo tanto, de la comunidad internacional en su conjunto. Hemos indicado que si no había acuerdo, sería necesario acudir ante el Consejo de seguridad y plantear fórmulas más constringentes, lo cual incluye sanciones.
Nos hemos sentido un poco decepcionados antes la espera de Irán para responder. Puede que tenga algún problema de política interior que le lleve a demorarse un poco, no lo sé y no puedo opinar a este respecto. Deseo enormemente que Irán responda positivamente a la apertura que le ha sido propuesta, porque significaría, de alguna manera, que – y aquí se trata más de lo regional que de lo nuclear – se reconoce lo legítimo: el derecho de Irán a defender una posición en la región. Irán es una antigua civilización, un gran país. Su preocupación de tener cabida en la región es legítima. No se puede actuar como si no existiera. Es necesario que puedan retomarse las relaciones normales con Irán.
Por otro lado, en el conflicto actual, Irán tiene una parte de responsabilidad. Las informaciones de las que disponemos demuestran que Irán ha enviado a Hizbulá armamento sofisticado y financiación, posiblemente a través de Siria. Esto es un problema.
Pero podemos discutir con Irán. Me gustaría recordar que durante los comicios en el Líbano, hubo un periodo en el que nos preguntamos cuál sería la reacción de Hizbulá hacia estas elecciones. ¿Serían cuestionadas? En aquel momento mantuvimos contactos con Irán. Y debo decir que Irán fue más bien cooperativo.
P - ¿Cree usted que el comienzo de la crisis, el 12 de julio, lleva la marca de Irán?
R – No quiero acusar a nadie. Tengo la sensación de que tanto Hamás como Hizbulá no han tomado estas irresponsables iniciativas únicamente por parte de su jefe. Esta es mi sensación.
En cuanto a Siria, creo que el problema es algo distinto. Siria tiene, todo hay que decirlo, un régimen muy minoritario y particular, el cual es a la vez juez y parte y que ha aceptado muy mal, después de treinta años de ocupación, la obligación de retirar sus tropas –15.000 hombres – del Líbano. Con todas las consecuencias políticas, económicas y sociales que conllevaba. No tendría, para Siria, el mismo sentimiento que con Irán.
Lo que Siria puede hacer para protegerse a sí misma y proteger a su población, en particular su nivel de vida, su desarrollo, es no tratar de vengarse del Líbano. Podría ser muy peligroso para ella.
P - ¿Qué lugar podría tener Francia ante una fuerza multinacional?
R – Creo entender que, en el fondo, los Estados Unidos, a falta de una solución más eficaz, más rápida o mejor, no verían más que ventajas, o ninguna otra solución, en la intervención de la OTAN, es decir, de la Fuerza de reacción de la OTAN (NRF), que sería dirigida por el estado mayor del cuerpo europeo compuesto por Alemania, Francia, Bélgica y España.
Añadiré que, según lo que creemos haber comprendido, habría por parte de los Americanos el deseo de un envío inmediato de esta fuerza, la cual, de alguna manera, estaría encargada de aplicar el alto el fuego.
Les he dado mis motivos por los cuales creo necesario en primer lugar un alto el fuego, a continuación un compromiso político y, a partir de ahí, una fuerza multinacional en la región, para las misiones que mencionaba anteriormente.
Repito, no creo que la OTAN, por sí misma, sea una buena solución. Y si no es la OTAN ¿quién será? Otra expresión de la comunidad internacional, es decir, de las naciones voluntarias para constituir una fuerza internacional de este tipo. Estoy convencido de puede haber un buen número. Menos seguro es encontrar una nación-marco capaz de garantizar el mando. Porque no hay muchas naciones que estén dispuestas a hacerlo.
P - ¿Estaría Francia dispuesta a hacerlo ?
R – Francia siempre ha asumido sus responsabilidades en el Líbano. Se determinará en función de un cierto número de condiciones. Deseamos que haya un alto el fuego, un compromiso político y una fuerza internacional encargada de aplicar, en condiciones estrictamente precisadas, dicha política. Llegado el momento, ya veremos.
P – Se tiene la sensación de que, en este asunto y a pesar de las diferencias, existe bastante armonía entre las posturas americanas y francesas...
R – Deseamos la paz, esto nadie lo discute. En realidad entre los dos hemos impuesto la resolución 1559. Ésta no ha llegado por ciencia infusa. Es el resultado de una acción común entre los Estados Unidos y Francia. Es un elemento determinante de la estabilidad en la región. Desde este punto de vista hemos adoptado un enfoque común. Quizás no pensamos, en el fondo, en lo mismo. No lo sé. Pero hemos tenido la misma acción. Lo cual no quiere decir que tengamos siempre la misma postura.
P – Sobre el desarme de Hizbulá, ¿existe por lo tanto acuerdo entre Francia y los Estados Unidos e Israel?
R – Existe un acuerdo general sobre la necesidad de aplicar la 1559.
P – La Sra. Rice ha dicho que ha llegado el momento de un " nuevo Oriente Medio ". ¿Hasta que punto teme usted que los Americanos persigan su proyecto de transformación de la región?
R – No quiero prejuzgar y mucho menos hablar de intenciones. Lo que es seguro, es que no se cambian las regiones a través de la fuerza. Esta crisis es el fruto de una historia muy larga y muy compleja. No nos encontramos en la situación de 1982 o de 1996. Las cosas han cambiado. Hubo la guerra de Iraq, cuyas consecuencias están lejos de haber acabado y que de alguna manera ha modificado las líneas en esta región, que no las ha simplificado. Es lo menos que podemos decir. Esta situación me parece cada vez más preocupante, a todos los respectos.
Hubo cierta evolución de los intercambios entre chiitas y suníes, así como algo que me inquieta profundamente, el endurecimiento entre el Islam mundial y occidente. Con todo lo que conlleva como propensión de desarrollo del terrorismo.
P - ¿Considera usted que en Iraq está teniendo lugar una guerra civil?
R – Si no es una guerra civil, no está muy lejos. Los enfrentamientos son permanentes y lo que podíamos temer desde el principio, es decir, un estallido de Iraq, lo cual es la peor de las soluciones para la región, no diré que está teniendo lugar, pero amenaza con ocurrir. Dicho esto, a Francia, quien no está implicada en este asunto, no le corresponde aleccionar sobre este asunto.
P - ¿Está usted a favor de una retirada americana de Iraq ?
R – Sin duda alguna de Iraq. El problema es que es muy difícil, ya que la presencia de tropas americanas es a la vez necesaria y una fuente de preocupaciones. Pero no creo que podamos tener una perspectiva de restablecer la paz civil en Iraq sin dar a los Iraquíes el sentimiento de que son realmente soberanos. Creo que es necesario, en una fecha que queda por determinar, en particular con las nuevas autoridades iraquíes, las cuales apoyamos, que exista una perspectiva de salida de las fuerzas extranjeras.
P - ¿Cuáles son los medios de los que dispone Francia para hacer prevalecer el escenario que ha descrito para el Líbano?
R – El sentido común. Lo cual no significa que siempre triunfe. Hemos dicho claramente lo que pensábamos. Tenemos cierto conocimiento de esta región, a nivel tradicional e histórico. Probablemente nos beneficiemos de una cierta confianza por parte de los Libaneses, en el sentido amplio de la palabra e igualmente de su entorno, en el mundo árabe. Israel no puede dudar ni un sólo instante que, para nosotros, su seguridad es un elemento sobre el cual no es posible ninguna concesión. Esto nos permite, de todos modos, contar con cierta experiencia.
P - ¿Cómo se puede avanzar sin diálogo con Siria?
R –Hubo un tiempo en el que dialogaba con Bachar El Assad. Hablaba con su padre. Por no esconder nada, este diálogo fue interrumpido. Él lo quiso así. Y luego me di cuenta de que no desembocaría en nada. El régimen de Bachar El Assad me parecía difícilmente compatible con la seguridad y la paz.
P –¿ Quiere esto decir que también se comprometió en una política para el cambio de régimen?
R – No añadiré un elemento de complejidad adicional en una situación que no lo exige.
P – ¿Están los dos problemas, el del Líbano y el de Palestina ligados?
R – Se trata de dos problemas distintos, aunque exista una problemática de conjunto. Hemos hablado del problema del Líbano, recordando que la clave es la resolución 1559. Para Palestina, la clave es retomar las discusiones, primero con Mahmoud Abbas. Cuando vino a París y luego más tarde Ehud Olmert, tuve la sensación de que el diálogo iba a reanudarse. Ambos me dieron la sensación de que iban a hablarse y comprometerse en la vía de dos Estados viviendo lado a lado, independientes, seguros y viables. Era más bien optimista.
Me pregunto hasta qué punto Hamás, en esta provocación, ha sido inspirado por el exterior. No sé nada. Pero lo que es seguro es que la respuesta ha sido también desproporcionada y que todo se ha interrumpido. La única solución es la vuelta a las negociaciones, que llevaría poco a poco a Hamás a aceptar los tres puntos que han sido exigidos por él: renuncia a la violencia, reconocimiento de Israel y aceptación de los compromisos adquiridos por la OLP. Esta es la solución.
P - ¿Cuál es la responsabilidad de Teherán?
R – La situación en el Líbano y lo nuclear son dos cuestiones separadas y deben ser tratadas como tal. La cuestión en Oriente Medio es totalmente distinta. Irán tiene varias preocupaciones. Afirmarse como potencia – de ahí su voluntad de controlar las técnicas nucleares – y afirmarse como una potencia que existe, que cuenta en la región.
Esto tiene dos consecuencias. En primer lugar, Irán desea mantener relaciones normales con el resto del mundo, en particular con los Estados Unidos. En segundo lugar, desea dar su punto de vista cuando se trata de problemas regionales, mientras que es una potencia regional importante.
Es normal mantener un diálogo con Irán. Después obtendremos las consecuencias. No puede haber concesión posible sobre el asunto nuclear. Por este motivo indico que se trata de un problema a parte y que se solucionará, de ser necesario, en el Consejo de seguridad. En cuanto al resto, todo dependerá del comportamiento de Irán. Les he recordado su actitud de cooperación durante las elecciones libanesas. En aquel momento vimos la influencia que podría tener Irán sobre Hizbulá y su disponibilidad a escuchar los consejos de moderación que le hacíamos. Puede que estas cosas hayan sido superadas, pero bueno, en la diplomacia también existe la memoria./.
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