Paris, 26 de junio de 2006
Señoras, Señores, en primer lugar, quiero dar la bienvenida al conjunto de la prensa y, en particular, a los periodistas que han acudido desde el Pacífico, de los países del Foro, o igualmente de las colectividades francesas. He tenido en particular el placer de acoger, en el marco de una iniciativa que vivió su primera manifestación hace tres años en Papeete, a los jefes de Estado y de gobierno así como a los representantes de los gobiernos de los países del Pacífico, con el fin de perseguir un diálogo lleno de iniciativas y de sensibilidad.
Me congratula que esta reunión haya podido celebrarse en un momento en el que se inauguraba el museo del Quai Branly, por el cual y en todos los aspectos, el Pacífico ha sido un gran contribuyente.
Francia forma parte de Oceanía ; se encuentra presente en Oceanía y en el Pacífico a través de sus territorios, Nueva Caledonia, la Polinesia francesa, Wallis y Futuna. A este respecto, se siente particularmente preocupada por todo aquello que esté ligado con los problemas de estabilidad y de seguridad en la zona, los problemas de protección del medioambiente y de desarrollo sostenible y, por supuesto, los problemas de estabilidad económica y desarrollo, preocupación por la que trabaja estrechamente con la Unión europea. Agradezco de nuevo la presencia del Sr. Louis Michel, comisario europeo, cuán activo y competente en todo lo relacionado con los problemas de desarrollo y de ayuda humanitaria.
Hemos podido observar lo siguiente: en primer lugar, por iniciativa del Primer ministro de Papuasia-Nueva Guinea y en lo que respecta a los problemas de las crisis existentes en esta región y a la necesidad de una estabilidad política, el Foro de las Islas del Pacífico ha privilegiado las soluciones regionales. Este es, en particular, el pleno sentido del Plan del Pacífico adoptado en Port Moresby el pasado mes de octubre, el cual abarca el conjunto de exigencias en materia de equilibrio de dicha región. Y, desde este punto de vista, el papel desempeñado por las colectividades territoriales francesas en el Pacífico es notable.
A continuación, el Sr. Louis Michel habló de la estabilidad económica y de desarrollo. Habló de la asociación reforzada de la Unión europea y del Pacífico, así como de la necesidad de realizar un esfuerzo mayor en este ámbito. Este ha sido el deseo de un gran número de representantes y en particular el de Fidji, quien señaló que debía realizarse un esfuerzo importante a favor del Pacífico. El Sr. Louis Michel ha indicado igualmente el refuerzo de las relaciones comerciales, entre los ejes de desarrollo que representan las colectividades territoriales francesas y el conjunto de los países del Pacífico.
La importancia del patrimonio cultural, de gran relevancia en el Pacífico y en particular la del patrimonio arquitectónico y lingüístico – me refiero principalmente a Papuasia-Nueva Guinea- constituye una de las riquezas actuales del mundo y debe ser conservada en la medida de lo posible. De hecho, hemos mencionado la posibilidad, con la UNESCO, de reforzar los medios de preservar este patrimonio cultural, principalmente arquitectónico y lingüístico.
Por último, el presidente de Palau mencionó en particular los problemas de desarrollo sostenible y el drama que representa el cambio climático, con todas las consecuencias que conllevaría un aumento del nivel del agua, sobre todo para aquellas islas o atolones de altitud modesta, al correr el riesgo de desaparecer en su totalidad si no se toman las medidas adecuadas.
Me impresionó enormemente, hace tres años en Papeete, la inquietud manifestada por el conjunto de representantes del Pacífico sobre estos problemas de calentamiento y las consecuencias que tendrán sobre la propia vida de un cierto número de regiones y de islas de esta región. De hecho, a tenor de esta reunión de Papeete, me erigí como portavoz, tanto en el seno de la Unión europea como en el G8, de las inquietudes de los jefes de Estado y de gobierno de dicha región. Me doy cuenta de que estas inquietudes no sólo no han disminuido, sino que siguen siendo las mismas. Me erigiré de nuevo como portavoz de esta preocupación de los jefes de Estado y de gobierno del Pacífico sobre los problemas relacionados con el calentamiento climático y seré tan eficaz como me sea posible.
Hemos hablado igualmente de todo aquello que concierne a la lucha contra la pesca ilegal, la cual arruina a un cierto número de regiones y que debe ser controlada; se trata de una acción en común con Australia y Nueva Zelanda, ambas implicadas con gran energía en esta acción, al igual que en toda la acción de desarrollo de la región.
Mencioné el deseo, aún no realizado, de que la ONU, en el marco de la reforma de las Naciones unidas, persiga la creación de una Organización de las Naciones unidas para el medioambiente, dotada de capacidades y de medios necesarios para llevar a cabo una política internacional en materia de medioambiente.
P – Señor Presidente, a tenor de todo lo que ha mencionado usted y en todos los ámbitos, ya se trate de la estabilidad regional o de la vigilancia de la pesca, parece que el acercamiento previo y necesario entre Francia, Australia y Nueva Zelanda, ha sido un factor determinante: ¿qué podría decirnos a este respecto?
R – Es evidente. En primer lugar, Australia y Nueva Zelanda son dos potenciales fundamentales de la región, con una política de cooperación y de solidaridad con el conjunto de la región desde hace mucho tiempo. Nada puede realizarse sin la participación de estas tres entidades: Australia, Nueva Zelanda y la región.
Francia, presente en la región, tiene a este respecto los intereses y las preocupaciones que ha mencionado: los problemas del calentamiento climático, los problemas de la pesca, los problemas de desarrollo, los problemas de comercio inter-regional son problemas que preocupan a Francia. De ahí el carácter natural de una cooperación perfecta entre Francia, Australia y Nueva Zelanda, para todo aquello que afecta a esta región. Puedo decirle que dicha cooperación se ha desarrollado paso a paso y que no ha tenido problema o límite alguno.
He tenido, la ocasión, de hecho, de expresar a Nueva Zelanda y a Australia todo mi agradecimiento por su cooperación, en particular en lo que concierne al museo del Quai Branly y que da fe de esta acción común.
P –¿Este tipo de acercamiento habría sido impensable hace algunos meses?
R – Hay algo de cierto en ello. En efecto, ha habido periodos en los que nuestros intereses no coincidían tanto. Periodos en los que, por razones que no me corresponde mencionar pero que puedo entender, tanto Nueva Zelanda como Australia, hubo algo que reprochar a Francia. Así se desarrolla la vida de las naciones, pero también significa superar los obstáculos y las dificultades y así es como lo hemos hecho.
El pasado es, por lo tanto, el pasado, pero puedo indicarles que el futuro está encaminado hacia una auténtica cooperación, mano a mano, entre nuestros países, en beneficio del conjunto de la región.
P – Buenos días, Señor Presidente. Permítame una pregunta muy, muy política. Ha sido electo en la Polinesia el Sr. Oscar Temaru, quien siempre ha manifestado sus convicciones independentistas. Hasta este momento, tras diferentes reuniones, la respuesta del Estado consistía en decir "sí a la independencia, pero será el pueblo quien lo decida”. Por lo tanto, me gustaría conocer su opinión, tan importante si tenemos en cuenta el número de personalidades presentes en la asistencia: ¿es aconsejable que la Polinesia proclame su independencia, a semejanza de numerosos países vecinos, o que se mantenga en el seno de la República francesa?
R – Permítame responderle. En primer lugar, nadie cuestiona el derecho de autodeterminación de los pueblos. Pienso que, hoy en día, la mayoría de los Polinesios no desea la independencia. En realidad tampoco creo que sea este su interés. Será el futuro quien decida.
En cualquier caso, en la situación actual, Francia sigue muy vinculada a la Polinesia francesa y hace todo lo necesario para hacer de este territorio una región de calidad que no ha sido cuestionada por nadie y en particular en lo que respecta a su nivel de vida. Además, dejemos a los Polinesios la elección de decir lo que piensan. Repito que, hoy en día, no creo que sea esta su convicción.
P – Señor Presidente, sin duda alguna conocerá la situación en Timor Oriental. El ministro de Asuntos exteriores australiano viajó a Francia y a otros países. ¿En qué medida puede utilizar Francia su influencia en el Consejo de seguridad para tratar de ayudar, desde el punto de vista de las Naciones unidas, a solucionar la situación en Timor, ampliando quizás el mandato de las Naciones unidas o creando un marco de legalidad para las operaciones policiales que allí tienen lugar?
R – Quizás el Primer ministro de Papuasia- Nueva Guinea pueda aportar información adicional. Yo simplemente diré que, en este asunto, Francia sigue la misma línea que Australia y que está totalmente disponible para apoyar lo que ésta desee o cuente hacer, ya que nos parece particularmente competente en este sentido./.
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