Paris, 13 de febrero de 2006
P – Señor Presidente, muchas gracias por recibirnos de nuevo en el Palacio del Elíseo; la primera vez tuvo lugar en vísperas de la Cumbre de la Francofonía en Beirut. Esta vez, por desgracia, se realiza en circunstancias mucho más sombrías, en la conmemoración del asesinato del antiguo Primer ministro libanés, el Sr. Rafiq Hariri, el cual tuvo lugar hace un año. ¿Puede usted decirme, actualmente, un año después de la pérdida de su gran amigo, cuáles son sus sentimientos?
R – Siguen siendo sentimientos de horror y de indignación ante este crimen de tanta vileza, que ha privado al Líbano y de hecho, al mundo, de una personalidad excepcional caracterizada por su calidad intelectual y moral. Mantengo igualmente un sentimiento de esperanza al pensar que los culpables serán castigados como es debido.
P – Así lo esperamos, Señor Presidente. Ha sido usted el único jefe de Estado que viajó a Beirut, apenas unas horas posteriores al asesinato, en este 14 de febrero negro del año 2005, con el fin de transmitir sus condolencias a la familia Hariri. Este gesto denota una gran amistad. ¿Cómo comenzó dicha amistad?
R – Como es lógico, me traumatizó la noticia del asesinato y quise dar inmediatamente muestras de todo mi afecto, mi más respetuoso afecto a la esposa del Sr. Rafiq Hariri y al conjunto de sus hijos y de su familia.
¿Cómo nos conocimos ? Fue en 1978, cuando yo era alcalde de París. El Sr. Rafiq Hariri, cuyo nombre y reputación me eran conocidos, solicitó verme. Acudió por lo tanto al Ayuntamiento de París. Deseaba mencionar los problemas de Oriente Medio y en particular, los problemas israelo-palestinos. Desaba igualmente hablarme de sus importantes proyectos para la formación de los jóvenes. En aquella época, había hecho venir a tres mil estudiantes libaneses a Francia.
Estaba construyendo, o bien había terminado la construcción de su universidad, cerca de Sayda y necesitaba proyectos para su fundación. Consideraba que la formación de los hombres es algo esencial. En el fondo, deseaba tratar este tema conmigo y, llegado el caso, preguntarme si podría facilitarle las cosas, lo cual hice con mucho gusto. Le preocupaba enormemente la formación de los jóvenes en general y de los jóvenes Libaneses en particular.
P – Señor Presidente, al recordar usted al Sr. Rafiq Hariri, ¿cuál sería el momento más importante que recuerda en primer lugar?
R – Se lo diré: todas las ocasiones, muy numerosas, en las que me reuní con el Sr. Rafiq Hariri, fueron para mí momentos importantes; porque la distinción intelectual, la calidad humana, el patriotismo, el sentido de la paz y la humanidad que caracterizaban al Sr. Rafiq Hariri me han impresionado siempre en gran medida. Le escuchaba con suma atención. Fueron siempre momentos privilegiados.
Por supuesto, entre los momentos privilegiados, algunos permanecen más que otros. Recuerdo en particular, cuando era alcalde de París y que viajé invitado por él y por primera vez a Beirut, que en aquella época estaba devastada, acudió, muy amablemente, a buscarme. Había acudido hasta el aeropuerto, me llevó en su coche, conducido por él mismo, hasta Beirut, a la plaza de los Mártires, hoy llamada plaza de la Libertad, donde deseaba mostrarme en qué se había convertido Beirut y cuáles eran sus ambiciones.
En aquel momento, habló durante largo tiempo, con gran inspiración, con el fin de explicarme qué tenía pensado hacer, qué iba a reconstruir. Dijo que el Líbano era una nación que debía afirmar su presencia y que iba a reconstruir Beirut; dijo cómo lo haría, con qué ánimo, con qué entusiasmo. Y así lo hizo, de manera excepcional y notable, dando de este modo ejemplo de cómo debe procederse en un urbanismo moderno. Me impresionó mucho, en aquel momento, la pasión que había en él. Su expresión era moderada, pero mostraba una pasión en cuyo origen se encontraba ese amor que sentía por Beirut, por el Líbano, por los Libaneses.
P – Se comenta que esta determinación, esta pasión, era su principal característica. Así lo dicen todos aquellos que le conocieron. Se comenta igualmente que gracias a esta determinación y a esta amistad que tenía por usted aprendió, hacia el final, a hablar francés. ¿Es cierto?
R – Decir que lo aprendió resulta algo exagerado, ya que había aprendido francés de niño y de joven. Pero es cierto que a medida que nos íbamos reuniendo, observé una mejora muy notable de su práctica del francés hasta el punto que, cuando se fue, hablaba muy bien francés, de ello no hay duda alguna.
P – Señor Presidente, el asesinato del antiguo Primer ministro ha provocado toda una serie de cambios en Líbano, el año pasado. ¿En qué momento nos encontramos actualmente, según su opinión?
R – Antes de responderle, me gustaría comentar otro aspecto de su carácter que merece la pena dar a conocer. He tenido ocasión de conocer a un gran número de personalidades políticas, a jefes de Estados, a jefes de gobierno, pero él fue el único jefe de Estado o de gobierno que suscitó la estima de todos. Los dirigentes de los países árabes le tenían en gran estima y le profesaban una gran amistad. Era de hecho un defensor inteligente y activo del mundo árabe y esta estima, esta amistad, era compartida por todos los jefes de Estado y de gobierno que había conocido y Dios sabe que eran numerosos.
Sin duda alguna se trata de uno de los hombres que más ha impresionado, por su calidad y su inteligencia, por su humanidad y su pasión, al conjunto de la comunidad internacional. Incluso actualmente, casi todos los días, jefes de Estado o de gobierno de prácticamente todo el mundo me preguntan sobre la Sra. Hariri, sobre sus hijos, tienen un detalle, manifiestan su estima y su respeto por el recuerdo del Sr. Rafiq Hariri.
Es algo extraordinario, no recuerdo ningún otro caso de estima y de respeto compartido completamente por el conjunto de las tan numerosas personalidades en el mundo que han tenido ocasión de conocerle. Es igualmente cierto en la cultura, en la educación. Marcó profundamente su tiempo. Como sabrán, el general de Gaulle deseó, tras la segunda guerra mundial, devolver a Francia su fuerza y el respeto que se le debía. En esta misma línea se inscribe el Sr. Rafiq Hariri, es el mismo tipo, la misma pasta de hombre.
¿Qué ha cambiado ? Desde mi punto de vista y en este sentido, lo que ha cambiado es que, gracias a él, el Líbano ha recuperado un cierto orgullo. Ha recuperado la esperanza de que la democracia, la paz, la libertad podrán restablecerse, y de que un Líbano independiente y respetado existirá en la comunidad internacional, gracias a él, gracias al movimiento que supo crear.
P – Para finalizar, Señor Presidente, ¿qué respondería usted ante los rumores que corren en estos últimos tiempos de un cierto retraso de Francia, de los Estado Unidos, con respecto a Siria, teniendo en cuenta que las presiones hace unos meses eran mucho más densas?
R – No se a qué llama usted presiones, pero puedo decirle que la determinación de toda la comunidad internacional por encontrar y castigar a los culpables, por un lado y por otro, dar al Líbano los medios para su independencia, su seguridad, la democracia y la libertad, no han cambiado en absoluto.
P – Muchas gracias, Señor Presidente, por habernos concedido esta entrevista tan emotiva, en homenaje al antiguo presidente del Consejo libanés, el Sr. Rafiq Hariri, quien era para usted, como su nombre significa en árabe, un "Rafiq”, un auténtico amigo.
R – Gracias.
(Fuente: portal de Internet de la presidencia de la República) |