Viena – Austria, 12 de mayo de 2006
Señor Presidente,
Señoras y Señores Jefes de Estado y de Gobierno,
América Latina avanza por el camino del desarrollo y se afirma como un polo fundamental del mundo. Europa desea estrechar sus vínculos económicos e intensificar su cooperación con los países de América Latina al servicio del desarrollo sostenible y del progreso compartido.
El crecimiento de los intercambios comerciales y de las inversiones debe ocupar el centro de la relación entre nuestras dos regiones. La Unión Europea, primer socio comercial del Mercosur y de Chile, ahora es también el primer inversor en América Latina. Así expresamos nuestra confianza en el futuro del continente. Nuestras empresas desean aportar su cooperación al desarrollo, dentro del respeto de las decisiones soberanas de cada Estado y dentro de un marco en el que la seguridad jurídica y la equidad estén plenamente garantizadas.
El progreso de esta relación pasa por celebrar nuevos acuerdos comerciales, regionales y multilaterales, cuyas negociaciones deben avanzar superando los bloqueos actuales.
En la ronda de Doha, la Unión Europea ha aceptado realizar esfuerzos importantes, en particular sobre la agricultura, para llegar a un acuerdo. Ha llegado el momento de que los grandes países emergentes, especialmente los latinoamericanos, hagan lo propio en los diferentes aspectos de la negociación: aranceles industriales, servicios y propiedad intelectual.
También ha llegado el momento de dar una respuesta a las preocupaciones legítimas de los países más pobres sobre el algodón o la erosión de las preferencias. Sólo así reactivaremos todos juntos la dinámica de la OMC para lograr un acuerdo global y equilibrado, bueno para el crecimiento mundial y para el desarrollo.
El fortalecimiento de las relaciones comerciales entre Europa y América Latina, dentro de un marco birregional, es el complemento natural de los esfuerzos multilaterales. Francia se congratula de que nuestra cumbre sirva para abrir las negociaciones, de modo que se puedan lograr un acuerdo de asociación con el Mercado Común de América Central, tal y como reza el compromiso asumido en Guadalajara. Esta señal política debe entenderse también como un acicate para dar el toque final, lo antes posible, a las conversaciones sobre el acuerdo de asociación con el Mercosur.
De la misma forma, la Unión Europea desea profundizar sus relaciones con el Caribe a través de los acuerdos de asociación económica, tal y como los prevé el acuerdo de Cotonú. Con estos países, a menudo frágiles, la mera lógica comercial no debe imponerse sobre el objetivo de desarrollo. Me parece esencial que la Unión Europea preste un mayor apoyo a los planes de reestructuración de los sectores de productos básicos, especialmente el azúcar y el plátano, que son determinantes para el desarrollo económico del Caribe.
Más allá del comercio, nuestra cooperación debe estar al servicio de una voluntad común de combatir las desigualdades y la injusticia. Para hacer frente a la pobreza y la exclusión, combatir la droga y la delincuencia organizada, luchar contra la inmigración clandestina, debemos realizar un esfuerzo conjunto y ambicioso, con el fin de edificar nuevas solidaridades interregionales.
La Unión Europea participará gracias al aumento, decidido el año pasado, de su ayuda pública al desarrollo. Deseo que una parte de estos nuevos medios se destine a apoyar las políticas de cohesión social desarrolladas por sus gobiernos. Es también el objeto del programa EUROsociAL, puesto en marcha por Francia y España.
Finalmente, debemos aunar esfuerzos para alcanzar los Objetivos del Milenio para el Desarrollo. Para ello, la comunidad internacional está creando nuevos mecanismos de financiación, con el fin de eliminar la pobreza. Desde un principio, los países de su continente desempeñan un papel clave en esta empresa, y deseo aplaudir especialmente el impulso que le han dado Brasil y Chile.
Tras la Conferencia de París de 28 de febrero, nuestro objetivo es ahora ampliar el círculo de países partidarios de una contribución de solidaridad sobre los billetes de avión y crear un Instrumento Internacional para la Compra de Medicamentos. La Asamblea General Extraordinaria de las Naciones Unidas sobre el sida del próximo 2 de junio en Nueva York nos ha dado una ocasión de primera para avanzar en la consolidación de este proyecto.
También deberemos desarrollar nuestras acciones dirigidas a la juventud. En Río creamos en 1999 un espacio común de enseñanza superior en los ámbitos de la investigación y la enseñanza superior. Para darle mayor entidad, dotémosle de nuevos medios. Propongo que la Unión Europea proporcione una parte de la financiación necesaria. El espacio común de la enseñanza superior que estamos construyendo se convertirá en un espacio vivido, símbolo de los fuertes vínculos culturales e históricos que unen a nuestros dos continentes.